5. No más vasijas rotas.

Las vasijas en la antigüedad su uso principal era para almacenar cosas: granos, aceite, vino, agua, harina... etc. La Palabra de Dios habla de ellas. Como ejemplo, en las bodas de Caná de Galilea, Jesús les ordena a los que estaban en la fiesta que llenaran unas vasijas o cántaros con agua, la cual El convertiría posteriormente en vino.

Comparémonos ahora nosotras como una vasija. Tu y yo somos templo y morada del Espíritu Santo. Somos recipientes y portadores de la Gloria de Dios, y debemos compartirla con los demás, no solo lo que poseemos en bienes de consumo sino, ser portadoras de la verdad y ayudar a aquella sedienta por salir de una vida de pecado.

¿Cómo se raja o se daña una vasija?

Por medio de golpes y caídas. El corazón se daña por amarguras, pecado, dureza, incredulidad, inmoralidad sexual; por lo que, si nuestro corazón está quebrantado, hoy debemos y podemos restaurarlo, ¿cómo? viniendo ante el Cristo de Galilea, aquel reparador por excelencia.

Ten cuidado de la intimidad física.

La intimidad física, o las caricias, incitan las pasiones sexuales y "ciegan" a los que están involucrados. Esto ha hecho que muchas parejas cometan errores que les afectan para el resto de sus vidas. Se casaron, pensando que tenían amor verdadero, pero entonces descubrieron, demasiado tarde, que lo único que tenían era atracción sexual. No cometas ese error. No permitas que el amor que sientes te ciegue a tal punto de no darte cuenta cuando no eres querida, respetada y valorada.

Efesios 1:5 “En amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad” que no te dañen, no te usen, no ilusionen y luego te tiren como un trapo sucio. No toleres humillaciones, mentiras constantes e indiferencias. Date el lugar de una hija de Cristo.

Si saliste de una relación que durante años estuviste ahí creyendo, esperando lo que te prometió y al final se burló de ti.

Dios te dice: Ven a mi yo puede y quiere que seamos renovados, transformados.